Atención, la redacción de Ex – Mundo advierte: Este piriódico no es apto para su lectura durante la conducción de maquinaria pesada, vehículos por autovía, durante la ingestión de alimentos sólidos o en situaciones de peligro extremo. Con este aviso deseamos evitar más muertes, gracias por su atención.

jueves, 17 de abril de 2014

El misterio de los calcetines.

¿Dónde se esconden sus parejas?

“La explicación al misterio podría estar en el pasado”.

El ser humano a menudo se ha hecho todo tipo de preguntas, preguntas que han sido determinantes para la raza humana como “¿qué vamos a comer mañana?”, o “¿por qué la chica con la que estoy ligando tiene nuez?”. Preguntas, son ellas, junto al aporte evidente de una mejoría en la dieta de los seres humanos primitivos, las que han logrado nuestra evolución.
Y hay una pregunta que se eleva por encima de todas las demás preguntas que se ha hecho el ser humano a lo largo de su historia, una pregunta cuya respuesta es, tal vez, tan aterradora y monstruosa, que ni siquiera podríamos concebirla.
¿Qué pasa con los calcetines que nunca aparecen?
A veces, cuando pensamos que el mundo es un lugar sencillo y lógico, a la hora de prepararnos para afrontar los retos diarios, descubrimos que, por algún extraño motivo, nuestro par de calcetines sólo es un calcetín, un único calcetín que nos lanza desconsoladas miradas, preguntándose qué será de él ahora.
Pero hoy sabemos más cosas que nunca sobre lo que sucede antes de que abramos la puerta de la lavadora y descubramos que nos falta un calcetín, al menos, creemos saberlo gracias a los esfuerzos de un equipo de becarios a los que, gracias a las leyes españolas, no tenemos por qué pagarles por su trabajo.
Al parecer, podemos encontrar la explicación del misterio en el pasado, concretamente en 1896, cuando el explorador Robert Edwin Peary, en uno de sus largos paseos por Groenlandia, anotó en su diario: “Es extraño, pues hoy nos hemos encontrado con un agujero de color blanco que no dejaba de girar a toda velocidad, y del que salían calcetines sin parar. Por cierto, olía a Neutrex, o eso decían los esquimales inuit que venían con nosotros. He intentado coger una muestra, pero no he logrado encontrar ni un par, todos están desparejados”.
¿Podría estar la respuesta al misterio en los extraños agujeros de color blanco que huelen a detergente y escupen calcetines? Una vez más, confiamos en nuestros más fiables informadores.

“A veces se acercan por su naturaleza curiosa”.

Según la mayoría de los borrachos consultados, el fenómeno tiene su origen en los calcetines mismos, y en el proceso de centrifugado.
Los calcetines son criaturas curiosas por naturaleza, por lo que a menudo los encontramos allí donde no deberían estar, como debajo de la cama, debajo del armario, o el cajón de los calcetines. Les gusta explorar nuevos entornos y acomodarse en ellos, pero como son criaturas creadas para vivir en pareja, al final siempre vuelven con su consorte.
¿Y por qué dejan de volver?
El proceso de centrifugado es la clave, según le ha contado un señor bastante ebrio a uno de nuestros becarios. “Todo está en la potencia del giro, que lanza la ropa contra los lados, dejando un vacío en el centro, un vacío terrible y oscuro al que toda prenda teme acercarse, es la base del centrifugado mismo, el vórtice oscuro”.
Según parece, los calcetines, incitados a ello por su naturaleza curiosa, a veces toman la decisión de acercarse al vórtice oscuro generado durante el centrifugado, y entonces, sin más, son tragados por él.
¿Hacia dónde viajan?, tal vez viajen por el mismo tiempo y espacio, a lo mejor están en una dimensión secreta habitada por niños feos de ojos grandes y dedos cortos que no dejan de tararear cancioncillas tristes, o tal vez, y sólo tal vez, al otro lado de los vórtices oscuros sólo haya vórtices blancos, iguales al visto por Peary en Groenlandia.
Todavía es pronto para averiguar el destino de los calcetines que se aventuran al interior de los vórtices negros que se forman durante el proceso de centrifugado, pero sólo podemos aventurar algo:
Es un viaje sin regreso.
Desde la redacción confiamos en poder meter algún día a un becario en una lavadora para que explore el interior de los vórtices negros, pero de momento, sólo podemos especular.

Seguiremos informando.