Atención, la redacción de Ex – Mundo advierte: Este piriódico no es apto para su lectura durante la conducción de maquinaria pesada, vehículos por autovía, durante la ingestión de alimentos sólidos o en situaciones de peligro extremo. Con este aviso deseamos evitar más muertes, gracias por su atención.

viernes, 23 de marzo de 2012

Mordisco a la luna llena.

No es sólo cosa de hombres lobo.

“Esperaba a que el cabrero mirara en otra dirección”.

Para muchas personas, las leyendas de luna llena y similares son simplemente eso, leyendas que se cuentan al amor de la lumbre de un bar de carretera con taburetes sucios y bebidas fuertes. Al menos, eso pensaba Ruperto, un hombre que, caminando por el monte, vivió una de las experiencias más terribles de su vida.
“Mi Ruperto es que siempre ha sido mucho de ir al monte, siempre ha sido amante de los animales, especialmente de las cabras, y se iba a vigilar el rebaño a la espera de que el cabrero mirase para otro lado y poder tener sus idilios” nos explica su esposa, disgustada con los acontecimientos.
Según parece, ese día Ruperto regresaba cruzando el monte para ahorrar tiempo, “había estado con las cabritas y regresaba contento, deseoso de que saliera el sol de nuevo para volver a realizar un ascenso”.
Fue entonces cuando, palabras del propio Ruperto, “me encontré con un ser extraño, caminaba medio agachado y se me acercaba, cada vez más rápido, con la boca llena de babas. Se lanzó sobre mí y me mordió en el pescuezo y el hombro”.
Por lo que nos explicó, despertó en su cama por la mañana, sin saber muy bien cómo había llegado hasta allí. De repente se levantó de la cama a las 7 de la mañana, su piel había cambiado y ahora tenía el tacto y la apariencia de una chaqueta marrón desvaída con parches en los codos.

“Lo convirtió en uno de los suyos por la luna llena”.

“Yo es que lo vi salir al salón, desayunar y salir a la calle, le pregunté dónde iba tan temprano y me respondió que tenía que dar clase” nos relata su mujer.
Efectivamente, el pobre Ruperto acudió al instituto local y empezó a dar clases de geografía e historia. Siguió con las clases durante una semana e incluso llegó a poner exámenes, hasta que su mujer fue a buscar ayuda de los especialistas.
“Por lo que nos contó la buena mujer, dedujimos que a Ruperto lo había atacado un profesor sustituto durante la luna llena, convirtiendo al pobre hombre en uno de los suyos” nos relata un experto.
Afortunadamente, el tratamiento está ya muy avanzado, ayer mismo pudimos encontrarnos a Ruperto por la calle, regresando de sus tropelías con las cabras en el monte, y nos aseguró que se encontraba mucho mejor ahora.
“Llevo dos días sin dar clase y casi me han desaparecido los parches de los codos” nos explica, mucho más animado ahora con las esperanzas y promesas de una vida normal.
Todo el mundo está muy contento de volver a tener a su icónico molestador de cabras de nuevo en activo, y es que fue una tortura para todos sus familiares escuchar que, en lugar de soltar las típicas burradas sobre zoofilia, hablaba de sus alumnos y de que tenía que corregir trabajos.
Una historia con final feliz.
Seguiremos informando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Lector, puedes comentar, y no te preocupes si no tienes nada importante que decir, puedes insultar también o mandar amenazas... en Ex-Mundo, estamos acostumbrados.